No debí haber sabido de ti…
No debí escuchar tu voz
Pues casi enfermo al saberte cerca de mí…
No debiste llegar por la tarde, con tu típica sonrisa
Tus ojos negros, cargados de vida
Tus manos trigueñas, llenas de ternura
Tus labios rosados, brillantes y hermosos…
No debiste volver, ya te hubieras marchado…
No te quedes ahí, vete, no me hagas daño
Pues laceras el alma, hieres al corazón
Matas de angustia a este soñador…
No debí haber escuchado tu voz
Ni sentir tus pasos cerca de mi habitación
No debí mirar tus ojos con pasión
Ni hablarte de mi afligido corazón…
Ya está tarde, ya el día se ha marchitado
Ya la tarde ha sucumbido a la tormenta cruel
Ya tu ser no es mi ser
Ya tus labios no son de mi evocación
No te quiero, no me quieres
No te busco, no me encuentras
Ya está tarde, ya despídete
Antes que la cruel guadaña siegue tu ser…
(Mayo 08, 2006, 6:46 P.M.)
El anciano engalanado había arribado, una vez más, en horas de la tarde, a
la casa de su buen amigo Toño María. Vestía un traje azul oscuro, camisa
blan...
Hace 1 año